Religioso. El boliviano que con Biblia en mano secuestró un avión de Aeroméxico.Foto: Marco Rosales
México no está inmune al fanatismo fundamentalista ni al fanatismo que mata en nombre de Dios, ambos son alimentados por la extrema violencia que vive el país, afirmó el sociólogo y experto en religiones Bernardo Barranco Villafán.
Los dos últimos episodios que se han vivido (el pastor boliviano que con Biblia en mano secuestró un avión de Aeroméxico que volaba de Cancún hacia la ciudad de México; y el asesino del metro Balderas, que con un revólver calibre .38 especial pidió a los pasajeros que rezaran, pues eso lo hacía en nombre de Dios —matar a dos personas—) son reflejo de la extrema violencia que vive el país, apuntó Barranco Villafán.
El especialista en el tema hizo un análisis de los dos casos, y apuntó que esas expresiones tienen un origen religioso, porque invocan a Dios, pero también son un reflejo de lo que es la sociedad mexicana, que está en medio de una atmosfera cada vez más violenta, sangrienta y cruenta, donde “lo peor de todo es que se banaliza la violencia y la sangre”.
“Efectivamente, en el nombre de Dios muchas de estas personas radicalizan su discurso porque la atmósfera social los empuja (…) sostengo esa tesis de que esas expresiones son producto de la extrema situación de violencia que vivimos, y por lo tanto responden con la misma intensidad con la que están viviendo, sufriendo o padeciendo, en la atmósfera que el conjunto del país está viviendo”, aseveró.
Enfatizó que en estos momentos, “ni la sociedad ni las iglesias ni las religiones están inmunes a esto, entonces estas personas (los fanáticos religiosos) cada vez se contaminan más por esa atmosfera de glorificación de la violencia y de la sangre (…) expresan lo que somos como sociedad en este momento”.
Barranco Villafán explicó que ambos casos son diferentes, pero preocupantes porque demuestran en menor y mayor grado que “están siendo seducidos por la cultura de la violencia”.
En entrevista, alertó que pueden surgir casos similares porque la violencia es cada vez mayor: en las escuelas, en las familias, en las calles, en donde se vive una militarización, una guerra contra el narco; “los dos casos son signos muy preocupantes que nos tienen que decir cosas importantes a rectificar”.
FANÁTICOS. El vicepresidente del Centro de Estudios de las Religiones en México (Cerem) explicó que el fanatismo en el sentido literal se refleja en aquellos que creen de manera ciega que la verdad divina, la verdad revelada, es absoluta sobre todas las otras verdades.
Detalló que el fanático es aquel que sigue de manera ciega la palabra de Dios, y existen dos tipos de fanatismo: el fundamentalista, que sigue las leyes y reglas de los libros sagrados como el Corán o la Biblia, “ese es un fanatismo de revelación”.
Y el otro tipo de fanatismo es el que está encuadrado en la utilización de la violencia en el nombre del Señor, “los soldados de Dios (…) éstos no sólo quieren llamar la atención, sino castigar a la sociedad con acciones violentas y no quieren dialogar”.
El estudioso de las religiones ejemplificó que el pastor boliviano José Mar Flores Pereira, que secuestró un avión para manifestar su “revelación divina”, es un fanático fundamentalista porque se enmarca en la no-violencia, en el exhibicionismo, “él sí quería dialogar”.
En cambio, los hechos ocurridos en el metro Balderas, donde Luis Felipe Hernández Castillo asesinó a dos personas “en nombre de Dios”, es un fanatismo violento, “ellos pierden el sentido de la realidad y entran al terreno de lo fantasioso, pero a través de la violencia (…) quieren hacer daño, hay algo más que fanatismo, transgreden las leyes y el orden social”.
Refirió que “somos una sociedad que en los últimos 10 años se ha vuelto más violenta, es decir, la violencia no sólo es la lucha contra el narco o la guerra entre las mismas bandas, sino el temor en el que vive la sociedad y la violencia que a través de los medios permea en las familias”.
El sociólogo llamó a estar atentos, pues actualmente crecen las sectas y hay tantas modalidades en un país tan violento como en el que se vive, que “valdría hacer esa reflexión”.
Ejemplificó que cultos como el de la Santa Muerte tienden a endurecer su postura, o cultos narco-satánicos.
Sin embargo, el experto recordó que la Santa Muerte no es producto del fanatismo ni es un culto siniestro, sino una deidad que forma parte de la realidad de miles de mexicanos que están al margen de las leyes y que viven una situación de inseguridad, por ello construyen deidades como la también llamada “Niña Blanca”.
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