sábado, 8 de agosto de 2009

Un Ateo, Dios y un Oso


Un ateo caminaba por el bosque. Se dijo a sí mismo:
“¡Que árboles tan majestuosos! ¡qué ríos tan poderosos! ¡qué animales tan hermosos!”
Y mientras caminaba por la orilla del río, escuchó sacudirse la vegetación detrás de él.

Se volteó para poder ver.
Vio un oso pardo de más de 2 metros yendo directo hacia él.
Corrió lo más rápido que pudo cuesta arriba del camino.
Miró sobre su hombro y vio que el oso se le acercaba.
Miró sobre su hombro de nuevo, y el oso estaba incluso más cerca.

Tropezó y cayó al suelo.
Rodó para levantarse pero vio pero vio al oso justo encima de él, alcanzándolo con su garra izquierda y levantando la derecha para golpearlo.

El Ateo gritó: "Oh, ¡Dios mío!..."

El tiempo de detuvo. El oso se paralizó.

El bosque estaba silencioso.
Mientras una luz brillante se mostraba sobre el hombre, una voz bramadora surgió del cielo:
"Has negado mi existencia por todos esos años, enseñas a otros que no existo, e incluso le das el crédito de la creación a un accidente cósmico”.

¿Acaso esperas que te ayude a salir de este predicamento?
¿Te cuento como a un creyente?"

El ateo vio directo a la luz,
"Sería hipócrita de mi parte pedirte repentinamente que me trates como un Cristiano ahora, pero tal vez pudieras hacer al OSO un Cristiano?"

"Muy bien," dijo la voz.

La luz se apagó.

El sonido del bosque se reanudó.
El oso bajó su garra derecha,
Junto ambas garras y levantó su cabeza hacia el cielo y dijo:

"Señor, bendita sea esta comida, la cual estoy a punto de recibir por tu generosidad, a través de Cristo nuestro Señor,
Amen."

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