Una investigación realizada en 9 países de AL revela cómo hacen los pastores de la Iglesia Universal del Reino de Dios para expulsar demonios y curar la pobreza.
Reporte especial
El Universal
Lunes 09 de febrero de 2009
Reporte especial Grupo de Diarios América*
Cuando el obispo Paulo Roberto gritó: “¡Si usted da, Dios le da!”, después de decir que la crisis no debería servir de pretexto para negar el diezmo o la ofrenda, Mercedes no lo pensó dos veces. Levantó la mano y tiró, en una bolsa roja, los 500 pesos (US 50) que su madre le había prestado.
Atraída por un anuncio que había visto en el Metro: “¿Está sufriendo y no encuentra una salida?”, la mexicana llevó sus esperanzas al templo en el antiguo cine Jalisco, en el barrio popular de Tacubaya, en la ciudad de México, donde pidió a Dios trabajo, renta, salud y paz familiar.
Al aceptar el desafío de regresar en ocho días con otra donación, Mercedes estaba casi aumentando el rebaño de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD). Mientras en todo el mundo sólo se habla en cortes, retracción de inversiones y reducción del crecimiento, la iglesia fundada desde hace 30 años en Brasil se aprovecha de la crisis para atraer fieles desesperados y consolidar su imperio evangélico en Latinoamérica. Con excepción del nombre, ya que en la mayoría de los países se autointitula “¡Pare de sufrir!”, la IURD usa para crecer la misma fórmula aplicada en Brasil, predicando la prosperidad a cambio de donaciones, rituales de liberación espiritual y un trabajo doctrinario fuertemente apoyado por los medios de comunicación.
Con algunos contratiempos, la Iglesia Universal amplía su rebaño sin encontrar dificultades locales. A pesar de la polémica en la que se involucró en Brasil, que motivó denuncias sobre blanqueo de dinero, falsedad ideológica, prejuicio religioso, entre otros problemas, una encuesta hecha en ocho países (Argentina, Uruguay, México, Venezuela, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Puerto Rico) muestra que las autoridades latinas, hasta ahora, prácticamente no han creado restricciones a la expansión de este imperio de la fe en sus países. En México, hace casi cuatro años, la IURD enfrenta una acción judicial (litigio) por no haber registrado en la Secretaría del Gobernación (Segob) a 35 de sus ministros. La multa llegaría a 204 mil pesos mexicanos en caso de perder la apelación judicial.
En San José de Costa Rica, la IURD llegó a adquirir por 2 millones de dólares una sinagoga judaica para transformarla en su sede. Y en Buenos Aires (Argentina), la compra de una emisora de radio por 15 millones de dólares aceleró su expansión. En la mayoría de los países, la Universal está registrada como organización civil, que es una estrategia para que los gobiernos locales tengan menos margen de regulación. Además de eso, conseguir estatus de iglesia implicaría estar en contacto con otros liderazgos religiosos locales.
Ni siquiera las diferencias culturales ni la barrera del idioma enfrentada por el “portuñol” de los pastores brasileños, representan obstáculos a la Universal. “El diezmo es la palabra clave para abrir las puertas de Dios”, predica el obispo Paulo Roberto del altar del templo junto a un desempleado, un enfermo de cáncer, una madre soltera, un endeudado, un negociante fracasado, un divorciado, entre otros desesperados. Si quieren parar de sufrir, precisan seguir al obispo. “Si usted da, Dios le da”, repite Paulo Roberto, al pedir donaciones que van de 20 pesos a mil pesos.
Como en Brasil, el cobro del diezmo es el objetivo central de la iglesia. Irma Saavedra, ex seguidora de la IURD en Venezuela, frecuentó por algunos meses un templo en Maracay. “Los pastores le dicen que cuanto más grande es su contribución a Jesús, más recibirá”, dice. Saavedra comenta que ellos tienen el cuidado de decirle que el diezmo no es obligatorio, pero si no lo da, no debe esperar recibir grandes favores, “y es cuando la gente deja todo lo que tiene”, resume.
En el templo central de Costa Rica, los cultos son interrumpidos para la exhibición de un video que muestra la historia de un empresario argentino que había perdido todos sus bienes. Después de hacer un sacrificio y entregar a la Iglesia el dinero ahorrado para su matrimonio, él había comenzado a prosperar hasta hacerse un magnate. “¿Cuándo vamos a ver un testimonio como este en esta iglesia?”, pregunta el pastor. “Me encantaría que ustedes prosperaran así, como lo hizo este hombre”. El pastor les pide que todos vuelvan a sus asientos y depositen sus ofrendas, lo que cada uno pueda, en dos bolsas de paño.
Después, el pastor les pregunta quiénes están dispuestos a hacer el sacrificio, y solamente dos o tres levantan las manos. El pastor sonríe y les dice “no hay problema, cada uno sabe cuándo puede hacer el sacrificio al señor. ¿Saben lo que decimos cuando no podemos hacer el sacrificio? ¡Que tenemos Judas agarrado al bolsillo! ¿Quién tiene Judas agarrado al bolsillo?”. Él les pregunta con una sonrisa, bromeando, y varias personas le responden levantando las manos.
Aparte del interés por el diálogo ecuménico, la Universal repite de Latinoamérica otros modelos ya usados en Brasil, como la ocupación de los antiguos cines y teatros, con predilección en barrios pobres y populares, la venta de supuestos objetos milagrosos y el alquiler de horarios de emisoras de radio y televisión en la madrugada. Otra práctica que se repite fuera de Brasil es la organización temática de los cultos semanales. El martes, por ejemplo, empezó a ser el día de liberación (cuando los religiosos “limpian” a las personas de los espíritus malos). El lunes es el día dedicado a la prosperidad. Miércoles y domingo son los días del Espíritu Santo. El viernes, la liberación (parecido al martes), y el jueves, la familia (el sábado, las actividades se entregan a los obreros y a los pastores auxiliares, ya que es el día del descanso del pastor titular). Aunque los temas sean distintos, una práctica se repite todos los días: los intensos pedidos al pago de los diezmos.
Fue en el comienzo de la década de los 90 que la Universal atravesó las fronteras brasileñas para instalarse en Uruguay y Argentina. El desarrollo en dirección al Uruguay, por ejemplo, empezó en la ciudad brasileña de Santa Ana do Livramento, limítrofe con el departamento uruguayo de Rivera y en otras zonas fronterizas. Para los frentes colonizadores, la cúpula de la iglesia optaba por enviar jóvenes pastores brasileños, dispuestos a trabajar duro e iniciar nuevas iglesias en una situación que seguramente no es fácil y que les exige dedicación y envolvimiento sin el espíritu crítico. Dos décadas después, sin embargo, los líderes locales ya empiezan a ascender en la jerarquía de las iglesias en sus países.
Desde el comienzo, los obispos, los pastores y los obreros promueven cultos sincréticos, en los cuales mezclan elementos de varias religiones y hacen sesiones de exorcismo, liberación y cura. En los cultos, predican la idea de que la mala suerte de las personas se explica por la presencia del demonio. Como salida para esos males, la iglesia les ofrece a los fieles la Teología de la Prosperidad, surgida en Estados Unidos, un discurso que predica que la pobreza es obra de Satanás y les promete ascensión social a las clases pobres.
En noviembre pasado, en una sesión de liberación ocurrida en el Centro de Ayuda Espiritual de Sabana Grande, unidad de la IURD en Venezuela, el pastor intentaba liberar del demonio a una mujer que por presunción fue traicionada por su marido. La ceremonia obedece siempre el mismo guión. El pastor empieza hablando en voz baja: “Libérese, mujer, del sufrimiento, porque encontró marcas de lápiz labial en la camisa de su marido”. La voz se hace más fuerte y enfática hasta que la mujer grita y el pastor la agarra por el pelo: “¿Espíritu maligno, quién eres tú?, dice él, mientras la mujer se niega a contestarle y se contorsiona. Por fin, responde: “Maria Lionza”.
Descubierto el problema, el pastor le ordena a la mujer que ponga las garras (manos) hacia atrás y expulse el mal sembrado en la víctima. La multitud permanece estupefacta. La mujer, llevada al altar, hace muecas. Sus gestos indican la extracción de algo que no se puede ver. “¿Ya ha expulsado todo?”, le pregunta el pastor. Con voz ronca, la mujer responde que sí. Aparentemente el demonio se había marchado y la creyente se dirigió tranquila a la panadería contigua. Sin demonios ni dolor, había tiempo para un café.
* Grupo de Diarios América (GDA) convocó a periodistas de diferentes países para realizar esta investigación periodística. La Nación (Argentina): Jorge Rouillon, con la colaboración de Christian Libonatti. O Globo (Brasil): Chico Otávio y Ascanio Seleme. El Tiempo (Colombia): Adriana Garzón y José Mojica. La Nación (Costa Rica): Mauricio Herrera. El Comercio (Ecuador): Ana Minga. EL UNIVERSAL (México): Natalia Gómez. El Nuevo Día (Puerto Rico): Carmen Millán. El País (Uruguay): Fernán Cisnero. El Nacional (Venezuela): Lisette Cardona
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