Verónica Rosas González
El Universal
Miércoles 07 de abril de 2010
La Tierra no cesa de moverse. Todavía no termina de superarse el impacto del sismo de 7.2 grados en escala de Richter que el domingo afectó a México y Estados Unidos, cuando esta madrugada Indonesia registró un temblor de 7.8 grados que generó pánico entre la población, marcada para siempre por los recuerdos del tsunami del 2004.
El Servicio Geológico de Estados Unidos informó que el terremoto tuvo epicentro en la isla de Sumatra. De inmediato se emitió una alerta de maremoto, que fue cancelada horas más tarde. Los medios reportaron que se produjeron apagones y escenas de pánico. Al sismo inicial siguieron tres réplicas; algunos huyeron a tierras altas.
Hasta el cierre de esta edición no se habían reportado víctimas o daños materiales en la zona del sismo. Indonesia se encuentra ubicada en el Anillo de Fuego en la cuenca del Pacífico, que es propenso a frecuentes temblores y erupciones volcánicas.
Este fue el más reciente de una serie que está convirtiendo 2010 en el año de los temblores. Primero fue Haití: el 12 de enero un temblor de 7 grados dejó unas 200 mil víctimas y todo el mundo se conmovió con la tragedia que asolaba al país más pobre de América Latina. Nadie olvidará las imágenes de los cadáveres apilados en las calles de Puerto Príncipe. Siguió Chile: el 27 de febrero, un terremoto de 8.8 grados dejó más de 400 muertos. La Tierra se desplazó de su eje unos ocho centímetros y los días, en consecuencia, se acortaron poco más de un microsegundo (una cosa imperceptible).
El 8 de marzo, en Turquía, un temblor de 6.6 demolió las casas de adobe del poblado de Elazig y dejó más de 50 muertos.
Desde entonces, los temblores no cesan. En varios países de América Latina se han registrado movimientos telúricos desde febrero pasado, lo mismo que en Japón.
Chile lleva cientos de réplicas. Las más recientes fueron ayer; tres temblores de entre cuatro y cinco grados que no dejaron olvidar a los chilenos las pérdidas que sufrieron hace poco más de un mes, ni superar el pánico de dormir en interiores. Mucha gente sale a las calles cada vez que la Tierra se mueve; las lágrimas y los gritos abundan.
Condado Imperial, el más dañado
Como resultado del temblor del domingo —que tuvo epicentro en México pero que se sintió en Los Ángeles, San Diego, Caléxico y hasta Arizona—, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger declaró estado de emergencia en el condado Imperial, en Caléxico, el más afectado.
El centro de Caléxico se encontraba cerrado hasta ayer, mientras las autoridades evaluaban los daños a las construcciones, muchas de las cuales datan de principios del siglo XX. Un comunicado del gobierno local indica que, de manera preliminar, los daños se calculan en “millones de dólares”.
Desde el domingo van más de 500 réplicas del sismo. De acuerdo con Los Angeles Times, que citó a expertos, la gente puede esperar más temblores en los próximos días. “La gente que vive cerca (del epicentro) no puede dormir”, dijo la sismóloga Kate Hutton, citada por el diario.
Para avivar un temor que lleva décadas presente entre los estadounidenses, ayer expertos del Instituto de Oceanografía Scripps, en la Jolla, advirtieron que el movimiento telúrico del domingo podría tener un efecto dominó en las fallas geológicas en ambos lados de la frontera.
Debra Kilb, del citado instituto, declaró, citada por Notimex, que el sismo de 7.2 grados podría redistribuir la tensión y la energía entre fallas geológicas. Explicó que el temblor del domingo ocurrió sobre la falla de la Laguna Salada, que se conecta con la de San Andrés y esta a su vez con otras fallas a lo largo de California.
Desde que se desatara en el mundo esta cadena de sismos, los expertos precisaron que no se trataba de hechos relacionados, sino de coincidencias.
“Puedo decir definitivamente que el mundo no se está acabando”, dijo Bob Holdsworth, un experto en placas tectónicas de la Universidad de Durham citado por AP a principios de marzo. (Con información de Agencias)
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